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Presentamos un estudio enfocado en la salud ocupacional de los docentes

El martes 21 de julio llevamos a cabo la presentación del Estudio de salud ocupacional docente, un documento que aporta datos actualizados sobre la salud ocupacional y las condiciones de trabajo de los maestros y profesores de todo el sistema educativo obligatorio nacional. Se trata de un aporte del Instituto para fomentar una discusión informada y basada en evidencias sobre la salud ocupacional de los docentes.

Alex Mazzei, presidenta de nuestra Comisión Directiva, resaltó que el estudio de la salud ocupacional de los docentes es una de las preocupaciones que ha tenido el Instituto desde sus inicios. Por su parte, Carmen Haretche, directora de nuestra Área Técnica, señaló que los docentes son una pieza clave de la enseñanza y se los debe cuidar, ya que mejores condiciones de trabajo van a redundar en mejores logros del sistema educativo en su conjunto. Los integrantes de nuestra Comisión Directiva, Guillermo Fossati y Javier Lasida, resaltaron que el documento es un insumo muy valioso y que la información que aporta será útil como aporte para la toma de decisiones. 

El informe analiza datos recolectados a través de la Encuesta de Salud Ocupacional Docente que realizamos en 2019. La presentación de la información estuvo a cargo de Federico Rodríguez, director de la Unidad de Estudios e Indicadores del Instituto, y de las investigadoras Mariana Castaings y Fiorella Ferrando.

Los datos recolectados permiten efectuar una caracterización de la población encuestada. La profesión está fuertemente feminizada, ya que casi ocho de cada diez docentes son mujeres. La edad promedio de los docentes de todos los ciclos educativos obligatorios es de 41 años.

De acuerdo a los datos recolectados, las condiciones de empleo de los docentes presentan las siguientes características: los que tienen hasta 14 años de función trabajan en más centros; a más antigüedad, se trabajan más horas; en el sistema público hay menor permanencia en los centros que en el privado; en los cargos de docencia indirecta y los efectivos hay más proporción de docentes con más antigüedad; entre los varones hay una proporción mayor de cargos de dirección que entre las mujeres; en primaria la mayoría trabaja en un centro y en media en dos o más; en primaria pública cuatro de cada diez maestros trabajan diez horas a la semana en tareas vinculadas a su rol fuera de su horario laboral; en media el 60% tiene hasta cinco horas puente semanales, y en educación técnica tres de cada diez docentes tienen otra actividad laboral relacionada o no a la enseñanza.

Los docentes fueron consultados sobre el estado de la infraestructura de los centros en los que trabajan. Para la mayoría, las condiciones de los locales y su mantenimiento son muy adecuadas o adecuadas. El aspecto peor evaluado es la accesibilidad de usuarios con movilidad reducida, ya que casi la mitad la cataloga de inadecuada o muy inadecuada. La estructura edilicia y la seguridad que brinda la infraestructura son mejor evaluadas en el sector privado. Solo un 2% de los docentes dice que el centro no tiene baños exclusivos. En educación media pública solo tres de cada diez profesores afirma que el comedor exclusivo para docentes es adecuado.

A nivel del personal de apoyo, casi todos los docentes afirman que en su centro existe personal de limpieza y administrativos, y aproximadamente siete de cada diez que resultan suficientes. En contraste, cuatro de cada diez dice que en su centro no existe asistente o trabajador social
y tres de cada diez que no cuentan con psicólogo.

En el estudio se analizan las valoraciones de los docentes sobre las demandas del trabajo, los recursos con los que cuentan para afrontarlas, su bienestar y su estado de salud. Los que presentan mayor percepción de demandas, y menor percepción de recursos y de bienestar son, a nivel de todos los subsistemas, las mujeres, y mayormente quienes trabajan en inicial y primaria pública. Esto último se vincula con el hecho de que este subsistema presenta una alta feminización y las mujeres tienen mayor carga de doble presencia, es decir, más cantidad de trabajo en las tareas del hogar y de cuidados a otros que dependen de ellas, lo que se suma al rol de docente. A su vez, esa situación conduce a una valoración de mayores cargas de trabajo a nivel cognitivo (concentración, precisión y atender diferentes cosas), emocional (implicación emocional y puesta en juego de la empatía y la habilidad de convencer) y cuantitativa (volumen de trabajo en relación con el tiempo que se tiene para cumplirlo), lo que propicia situaciones de salud y bienestar más desfavorables.

La existencia de doble presencia también se encuentra en detrimento de algunos de los recursos, por ejemplo, de la autonomía, el clima de apoyo social, la confianza horizontal (entre compañeros) y vertical (con los superiores), el equilibrio esfuerzo-recompensa, la autoeficacia, la resiliencia y la satisfacción con el trabajo y la vida en general. Estos recursos tienen la capacidad de contrarrestar los efectos de las demandas, por lo que una baja percepción de ellos colabora en que se sienta menos bienestar.

Edad y antigüedad son características que se asocian con la percepción de demandas, recursos y bienestar. Esto se refleja en que los docentes nuevos y los que se encuentran en una etapa prejubilatoria son los que reportan una mejor situación. El resto presenta altos niveles de demanda, bajos niveles de recursos y bienestar.

A nivel de los síntomas de estrés, las mujeres tienen un mayor puntaje de síntomas en todos los subsistemas. En técnica, los docentes del interior presentan mayores síntomas de estrés que los de Montevideo. Los de mayor antigüedad presentan menos síntomas que el resto de sus colegas.

En el sector público, inicial y primaria es el subsistema con mayor presencia del síndrome de burnout (10%), que se caracteriza por el hecho de que los trabajadores que lo padecen muestran niveles elevados de desgaste psíquico, indolencia y pérdida de ilusión por el trabajo. También presenta un 2% de burnout crítico que, además de los síntomas del síndrome, agrega sentimientos de culpa. En el sector privado, los niveles se encuentran por debajo del 5%, con una casi inexistencia de burnout crítico. A más edad es menor la presencia del síndrome.

El 26% de los docentes presenta un nivel de bienestar bajo y el 28% un nivel alto. El sector público es el que muestra la mayor proporción de docentes en el nivel bajo y, dentro de este, inicial y primaria está en peor situación.

Los docentes con menores niveles de bienestar son los que sufren mayor prevalencia de enfermedades. Las dolencias más reportadas por los encuestados son las disfonías u otras alteraciones de la voz, los problemas de columna, musculares y gastrointestinales.

El estilo de vida también está directamente asociado al bienestar. En este aspecto, los docentes del sector privado se encuentran en mejor situación respecto a la cantidad de comidas que realizan y el tiempo que le dedican al almuerzo, las horas de ejercicio físico, recreación y de sueño.

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