El miércoles 18 de junio Flavia Terigi brindó una conferencia en la que reflexionó acerca del desarrollo profesional y la carrera docente. El encuentro se desarrolló con la colaboración del IPES, en su salón de actos, y contó con la presencia de más de 80 asistentes.
Terigi comenzó con un repaso de la historia de la formación docente en América Latina y planteó algunas situaciones que generan desafíos para el desarrollo profesional docente. Entre ellas, que los docentes han dejado de ser parte de la población más formada de cada país, que algunos viven la pobreza como realidad propia y que trabajan en entornos poco proclives a su profesionalización y crecientemente cuestionados.
Propuso tres ideas generales para pensar políticas de desarrollo profesional: sintonizar con motivos válidos de los docentes para sostener un proyecto de desarrollo profesional, construir entornos profesionales que atraigan para el ingreso, la permanencia y el progreso en la carrera, y dejar por fuera del debate la estabilidad en el puesto de trabajo, el derecho a la agremiación y el principio de igual remuneración por igual tarea. Algunas iniciativas posibles que nombró son: asignación de nuevas funciones calificadas, sistemas de mentorazgo, estímulos a los estudios superiores en el área educativa, año sabático ligado a un plan de formación y plan de mejoramiento profesional.
También planteó iniciativas a las que denomina “tres falsas soluciones a problemas mal definidos”. La primera es el reclutamiento de los talentosos. Para Terigi esta solución responde a un problema con dos errores de formulación: por un lado, el carácter de talentoso por definición es una característica escasa, por lo cual no se podría cubrir con talentosos todos los cargos docentes necesarios (miles en nuestro país, millones en América Latina); por otro, la retórica del talento parecería surgir como una reacción al efecto democratizador de la llegada a la educación superior y, por lo tanto, a la formación docente de los jóvenes de los sectores pobres. Esta reacción afectaría al derecho a la educación porque involucraría una limitación de la entrada de estos jóvenes a la formación docente y porque, además, supondría que la educación que estos jóvenes han recibido es tan deficitaria que no están en condiciones de formarse como docentes. La segunda solución que Terigi problematiza es la mejora a través de la evaluación. En este caso el problema es que la evaluación docente no es una novedad a introducir y que, en todo caso, lo que hay que discutir es por qué se ha burocratizado. La tercera es el pago por resultados. Esta idea presenta, según Terigi, por lo menos el problema de que desde la perspectiva del derecho a la educación se debe garantizar que los desempeños de todos los docentes sean suficientemente buenos, por lo cual resulta moralmente insostenible y políticamente injusto aceptar una cuota de mala praxis o esperar que esta se autolimite porque no resulta rentable.
Por último, afirmó que la formación en servicio es un problema de enseñanza. Según Terigi, no está estudiado cómo se les debe enseñar y cómo aprenden los docentes. De lo que sí se tiene certeza es de que hay una relación problemática entre los nuevos conocimientos adquiridos en los cursos de capacitación y las teorías y repertorios con los que ya cuentan los docentes.