El avance de la transformación de la enseñanza nacional, la concreción de las metas educativas y la pandemia de COVID-19 son algunas de las variables que marcan los datos del Informe sobre el estado de la educación en Uruguay 2021-2022, documento que dimos a conocer el 29 de noviembre.
La presentación de los datos estuvo a cargo de Carmen Haretche, directora de nuestra Área Técnica. Su participación fue seguida atentamente por el público asistente, entre el que se contaban autoridades de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y el Ministerio de Educación y Cultura (MEC).
En análisis de las metas que la ANEP se fijó para el período 2020-2024 muestra que en cobertura y egreso se evidencian mejoras. Por su parte, las metas de aprendizaje se alcanzaron en primaria pero no en media.
La asistencia a los 3 años pasó del 75,8% en 2019 al 82,2% en 2022, lo que significa que se ha superado la meta de 80% marcada para para este último año (80%). La asistencia entre los 6 y 11 años también cumple la meta de mantener la cobertura universal que se ha logrado hace décadas. Entre los 15 y 17 años pasó de 89,2% en 2019 a 92,3% en 2022, superando el objetivo para este último año (92%). A su vez, la cobertura a los 17 años ha crecido de 83,2% en 2019 a 86,9% en 2022, pasando la meta de 85%.
En 2019 el 66,8% de los niños de los niveles 4 y 5 de inicial fueron a clase más de 140 días, mientras que en 2022 lo hizo el 55,2%, posiblemente a raíz de la pandemia de COVID-19. En primaria la caída fue de 88,7% en 2019 a 80,3% en 2022. En media básica no se registran aumentos en la proporción de adolescentes con menos de 50 faltas en el año y aún no se alcanzan los valores fijados como deseados.
Se está logrando reducir la extraedad en primaria a buen ritmo y se superan los valores a 2022: se alcanzó el 82,5% de alumnos sin esa condición y la meta era 81%.
Sobre la promoción en media básica, en secundaria se mantiene la tendencia de mejora que del período anterior. En técnica parece haber un fuerte cambio en la tendencia: pasó del 64,8% en 2018 al 78,5% en 2022.
También se alcanzaron los objetivos de egreso de media básica a los 16 años y de 18 a 20 años. También se superó la meta de 6.000 postulantes por año a Acreditacb.
La tasa de egreso oportuno de media superior ha mejorado: en 2022 es de 43,9%. El aumento del egreso entre los 21 y 23 años venía creciendo un 2,5% anual, pero entre 2019 y 2022 creció un 6% anual. Esto quiebra la tendencia anterior, lo que permite llegar en 2022 al 50,9% y la meta era de 50%.
En lo que respecta a los desempeños de los alumnos de tercero y sexto de primaria, la proporción de niños en los niveles más bajos de desempeño de Aristas (1 y 2) descendió o se mantuvo estable en ambos grados en lectura (en tercero 39,8% en 2020 y la meta a 2021 era 50%; en sexto 18,3% en 2020 y la meta a 2021 era 23%) y matemática (en tercero 46,8% en 2020 y la meta a 2021 era 54%; en sexto 34,3% en 2020 y la meta a 2021 era 37%).
En tercero de media en ambas áreas la proporción de estudiantes en los niveles de desempeño más bajos no alcanza los valores fijados como meta. En este caso, en lectura se ubica el 24,8% y se esperaba no superar el 21% a 2023, mientras que en matemática está el 66,2% y se apuntaba a menos del 62% a 2023.
Lo datos sobre presupuesto muestran que el gasto público en educación tuvo un incremento real de 113% de 2007 a 2022, alcanzado su máximo en 2019. En 2020 disminuyó 3,7% con relación al año anterior, lo que comenzó a revertirse en 2021, cuando se ubicó un 2,4% por debajo de 2019, llegando en 2022 a estar medio punto porcentual por debajo del gasto de 2019. A nivel del gasto público total, el enfocado en educación aumentó, ubicándose en 2022 más de 2 puntos porcentuales sobre 2007.
Al tomar la variación entre 2019 y 2022 de los ingresos, para comparar la situación anterior y posterior a la pandemia, el salario real promedio de la economía disminuyó 3,7%, mientras que el de los docentes del sector público 4,6% y el de los del sector privado 3,3%. El trabajo de dirección continúa estando en general peor remunerado que el docente de máximo grado y misma cantidad de horas.
La percepción de violencia en los centros educativos y su entorno aumenta, principalmente en media. La sensación de inseguridad de los estudiantes de media en los centros creció en 2022 respecto a 2018, principalmente en pasillos, baños y patios. El contexto socioeconómico y cultural del centro y del estudiante, vivir en el interior del país y concurrir a un liceo privado se asocian a una mayor sensación de seguridad. En contraste, asistir a centros de barrios en los que los directores perciben mayor violencia se vincula a una menor sensación de seguridad. Las mujeres y especialmente quienes se identifican con un género distinto de mujer o varón se sienten menos seguros que los varones.
En lo referente a los logros educativos, los datos muestran la fuerte relación que tienen con el contexto socioeconómico y cultural de los estudiantes. Las variables vinculadas al trayecto educativo (repetición, inasistencias, inicio de la escolarización, expectativas y actitud de los estudiantes) también presentan una influencia relevante. Además, se suman otras características individuales como el género, el gusto por la lectura, la motivación y la autorregulación o las conductas externalizantes. En lectura, el nivel educativo docente, el énfasis en las distintas dimensiones de la lectura, el diálogo y la responsabilidad colectiva presentan una relación positiva con los logros. También en este caso se observa que la percepción de seguridad del estudiante, tanto en el entorno como dentro del centro, es relevante. Los centros de Montevideo presentan resultados superiores en matemática a los del interior.
El informe también aporta evidencia sobre necesidades educativas específicas. El 7% de los estudiantes de la muestra de Aristas Media presentaba esta condición. A su vez, el 30% acude a centros de contexto muy favorable, mientras que en centros de contexto muy desfavorable es donde hay una menor proporción (14%).
En términos generales, el nuevo plan de estudios de la educación básica integrada avanza en presentar una perspectiva unificadora para la educación obligatoria, definir competencias generales, ofrecer una visión longitudinal del aprendizaje y brindar definiciones operativas para su implementación. Como retos se destaca la gran cantidad de información nueva y el cambio de paradigma, así como el hecho de que los cursos y materiales para los docentes no estaban todos disponibles antes de la implementación. Además, constituyen un desafío muy importante para los docentes la ausencia de “mapas de progreso” por unidad curricular que permitan ver el avance para cada criterio de logro, la inclusión de ejemplos claros de desempeños por grado, y la formación docente sistemática y continua con perspectiva interdisciplinaria y longitudinal.
En el informe se brinda también evidencia sobre aspectos que mejoran los programas educativos, extraídos de evaluaciones efectuadas por el Instituto. Entre ellos se cuenta: el uso de evidencia previa, la sistematización y explicitación de teoría del cambio, la claridad en la definición de objetivos, el establecimiento de metas en relación con la cobertura y los logros, los mecanismos y criterios para la selección de beneficiarios y formas de acceder al programa, la definición de roles y actividades, el uso de registros sistemáticos y estandarizados que permitan un correcto monitoreo de los programas y el acceder a información presupuestal.
El cierre del evento estuvo a cargo de los miembros de nuestra Comisión Directiva. Javier Lasida dijo que el Informe muestra que la educación uruguaya logró superar bien la pandemia de COVID-19, lo que no obsta que registre un largo estancamiento e inequidad. Esto se enfrenta con la transformación educativa que observa como impostergable y que también se analiza en el informe.
Por su parte, Pablo Caggiani indicó que el informe tiene la virtud de dar cuenta del estado de la educación más allá de los anuncios y permite visualizar que los desafíos persisten y que en varios de ellos los avances son nulos o son retrocesos. También planteó que el país necesita mejores políticas educativas y en eso el documento es un aporte.
Finalmente, Guillermo Fossati destacó que el año 2020 dejó efectos de arrastre en los años 2021 y 2022 sobre el rendimiento educativo y más allá de él. Además, reforzó la necesidad de tener en cuenta al estudiante en los planos social, emocional y motivacional. A escala mundial, los países están repensando y transformando sus sistemas educativos para estar a la altura de los desafíos actuales, señaló.